Si hablamos de frivolidades, algo en lo que soy una eminencia es en nutrición y peso. Pasé años memorizando las calorías de cada alimento, ideando trucos para disimular el hambre, analizando medidas de control de la masa corporal perdida o ganada y canalizando toda mi inteligencia en hacer de todas estas técnicas y saberes un culto secreto y personal. No es que me enorgullezca de mi escuela, sobre todo sabiendo los motivos que me llevaron a crearla, pero que es útil, lo es y mucho.
Pero algo de lo que no tenía idea es la magnitud de la influencia del stress sin ansiedad sobre la dieta cotidiana. Y me asaltó por primera vez alrededor de mayo de este año, con la primera tanda de parciales en la universidad. Durante dos semanas, mi rutina consistió en algo así:
7 AM-Levantarme, tomar café, caminar veinte cuadras hasta la universidad
8AM-12AM-Cursar
12.30AM-Llegar a casa (otras veinte cuadras) directamente a dormir
3PM-Despertarme de la siesta, estudiar, larvear
5PM-Tomar café, seguir estudiando/larveando
9PM-Cenar ínfimamente
10PM-Larvear
1AM-Dormir
Ni rastros de la ingesta de alimentos, más sobredosis de café, más algo de ejercicio físico, más stress = muchos kilos menos en poco tiempo, ojeras y cansancio monumental. Es insalubre y aterrador, pero escandalosamente efectivo. Teniendo un parcial el jueves y tres la semana que viene, ya veo venir los síntomas acercarse con tanto placer que es inexpresable, orgásmico. El sábado de la semana que viene les cuento.
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