Magic's not in the make up

El maquillaje en ciertos horarios no es negociable: otra cosa para la cual soy totalmente inútil y no tengo intenciones de dejar de serlo es para esparcir productos artificialmente químicos en mi cara con el supuesto fin de estar presentable. Sinceramente, no sé en qué rídicula cabeza puede entrar y aceptar la idea de resignar minutos de sueño con tal de maquillarse a la mañana. Por favor, entre quedarme en la cama y refregar quién sabe qué cosas que hasta podrían ser cancerígenas sobre mi piel todos sabemos cual es la opción más viable. Además, al parecer es toda una ciencia que requiere el sacrificado hábito de hacerlo todos los días para ser visiblemente aceptable y que tiene ciertas técnicas desconocidas para las no elegidas como yo. Porque confieso que, al igual que con otras actividades catalogadas como femeninas como la cocina y las manualidades, he intentado pintarme con resultados desastrozos, tales como ojos enrojecidos por excederme con la crema desmaquillante y el espejo del baño chorreando gloss. No es tan fácil como parece ladies and gentlemen, que de gentle no tienen nada si social e históricamene nos fuerzan implícitamente a esta rutina salvaje e insalubre. Al menos el término "ladies" no tiene ninguna palabra oculta que mienta sobre nuestras intenciones, todas sabemos que nos encanta mofarnos de las caras de zombie de nuestras semejantes, sobre todo a la mañana. Y sí, obviamente, yo soy la zombie con ojeras hasta el piso que entra impunemente a la facultad, pero con las pómulos perfectamente sonrosados y prominentes gracias a mi falta de estrés y a la sobra de horas de sueño. Y estos labios que no necesitan más ayuda que su sola y natural presencia.
En cuanto a ocasiones especiales y más blabla, todo mi arsenal de make up reside en base, polvo compacto, rimmel y algo de rouge. No pidan más, nada de delineador sobre el párpado superior ni sombra clara sobre el hueso de la ceja, eso es para nenas.