Enero es un mes poco serio para empezar cualquier tipo de actividad, es un saber popular. Más teniendo en cuenta que en febrero me voy de vacaciones y que soy una fácil víctima para el síndrome de relajación exagerada. Pero pasar todo un mes larveando no es tan tentador como suena, treinta días de inactividad son una fórmula infalible para la depresión.
No tengo muchas opciones, o me hago la autodidacta con algún pasatiempo carente de complejidad significativa o empiezo a tejer mi capullo con dedicación y me dedico a hibernar summer version full time.
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