Mel, mi melenosa amiga, está teniendo su primera experiencia de amor online. Desafortunadamente, el señor en cuestión se encuentra no sólo del otro lado de una computadora personal, sino que también del otro lado del océano. En Italia, más precisamente. Pero esto no es un impedimento para que nuestra protagonista se enamore platónicamente y sienta cositas ahí abajo, sino que es parte de un package que lo hace tan perfecto como inalcanzable.
Pero el hecho de pertenecer a la Comunidad Europea no es lo que más le interesa a mi compañera de tardes repletas de carbohidratos vergonzosamente simples, sino, como ella misma dijo, que es músico. Es músico, me dijo entre suspiros mojados de emoción (sí, emoción, claro).
"Músico" hasta donde yo sé, y yo sé mucho, es una palabra bastante amplia. Podría ser percusionista en una banda de reggae, cantante lírico o un guitarrista punk rocker. Aparentemente la función que cumpla en una organización musical o el estilo que intente reproducir es lo de menos si porta el título anteriormente mencionado. Y repetido hasta el hastío.
Casos como el de Mel hay miles. Todas las minitas (categoría donde, por esta vez, me inscribo al 100%) morimos por los músicos. No importa de qué índole, no importa en qué banda estén, ni siquiera importa que tan bien toquen. Si es músico, enseguida aparecerá un "atracción +1000" por sobre nuestras cabezas y un "win win win" encima de las suyas. Es un pro instintivo, indiscutible, indiscriminado. Tan simple como "rasgueame la guitarrita, cantame al oído, escribime una canción" y nos tenés a tus pies.
Sin dudas, los señores la tienen mil veces más clara que nosotras y se abusan totalmente de esta situación de vulnerabilidad acústica y poser que nos caracteriza. Y dejarán deslizar las palabras mágicas durante cualquier conversación, y observarán como se nos hace agua la boca, y nos llevarán a sus aposentos impíamente, y nos dejarán tiradas impunemente porque claro, son músicos, son almas libres y reniegan de las ataduras. Y nosotras lo comprendemos, y diremos entre hipos y sollozos que ya lo sabíamos y que es parte de su encanto. Yo no puedo creer que seamos tan idiotas, que nos dejemos manejar por estos impulsos calenturientos sin explicación alguna, que reservemos esta cualidad al género masculino, que corramos detrás de ellos arañándonos entre nosotras e intentando reservar un lugar en el backstage. Aunque el backstage sea un antro de mala muerte rebosante de cerveza caliente y penetrante olor a tabaco. Rock'n roll, nena.
Obvio, pero recontra obvio, muy evidentemente, de más está aclarar, me siento idiota contando un final tan predecible, pero... muero absolutamente por los músicos. Muero, me pierden, me derrito. Mi novio es músico, mi anterior emo ex es músico, la gran mayoría de mis one night stands o salientes eran músicos. Ya está, soy un cliché con patas. Cortas y rechonchas patas.
En mi defensa, seré groupie, pero también soy música. Y en una mujer no es un "win", es un OWNED.
2 comentarios:
guitarrista, baterista, bajista, trompetista y pianista
estuve con todos ellos
soy una groupie con titulo u.u y siempre lo sere, CARAJO
Hola, esa soy yo. Y si supieras lo que me hizo el otro día via webcam directo desde Milán...
No, no era sexo a la distancia JAJA.
Yo digo: ¿por qué a mí? No podía ser de Paternal el chabón, tenía que estar lo más lejos posible.
Hola, bienvenida a mi no vida.
Publicar un comentario