Hace una semana que no paro de escuchar a Regina Spektor y sigo intentando asquerosa y fallidamente cantar como ella, sólo logrando quebrar mis cuerdas vocales, sin excepción. Que escribo gomosidades hasta en servilletas. Que no uso corpiño en casa y me da una über fiaca ponérmelo para salir. Que tomo escandalosas cantidades de agua y café y no almuerzo. Que no me pongo tacos ni con orden judicial. Que lloro porque mi papá es un digno hijo de mi abuela (que también es una hija de puta), porque se me rompieron los auriculares y porque Berguer dejó a Carrie con un post it. Que me deprimo porque no tengo piernas de dos metros y cuarenta centímetros como todas las zorras que asistieron a la BAF. Que me quiero comprar un vestido hermoso que sé que no voy a usar, como tantos que ya tengo en mi placard. Que miro fotos de hace años atrás y no sé si reírme o seguir llorando. Que extraño a mi novio aunque lo haya visto hace horas. Que cambio de ánimo con excesiva facilidad. Que quiero desesperadamente un gato. Que miro películas #minitah y no me siento tan mal como debería por hacerlo. Ah sí, PMS le llaman. Llámenme en tres o cuatro días.
PD: estoy sola en casa. Mi hermana se fue a ver a Coldplay y mi mamá a cenar con una amiga. Yo escucho Canción Animal de Soda Stereo a todo volumen. Ni siquiera puedo atragantarme con comida porque lo único dulce que hay en mi casa es un postre mal hecho, sobreazucarado y crudo que hizo mi hermana. Mátenme.
No hay comentarios:
Publicar un comentario