Cuando era una resentida social y un enojo con la vida caminante (como ahora, pero con menos años y potenciada por ser wannabe punk) Jesus of Suburbia de Green Day era el soundtrack de mi vida. La amaba tanto como se puede amar a nueve minutos seguidos de powerchords. Sentía, o mejor dicho, sabía que la habían escrito para mí. Gritaba a todo pulmón "To run, to run away to find what to believe" porque realmente no creía en nada. Desesperanza total y negación a resignarme. Con mi ex novio walked this line a million and one fucking times. Me encantaban los skinny jeans del chico del video. Me quería tatuar "tales from another broken home", el nombre de la quinta mini canción, en el antebrazo, bien emo, y estaba convencida de que lo mío era un hogar roto en vez de uno disfuncional. Ponía el disco, salteaba American Idiot e iba directo a mi felicidad, a Jesus of Suburbia. Dormía con una remera gigante de mi ex con la cara de Billie Joe. Me tiraba en la cama a llorar lágrimas de angustia reprimida cuando llegaba la parte de "Running away from pain when you've been victimized". Drama queen, princess y dutchess.
Cinco o seis años después (Dios, como pasa el tiempo) miro con incredulidad mi panorama pasado, pero sigo sintiendo reminiscencias de esa época en cantidades alarmantes. People don't change. Yo sigo siendo la misma adolescente victimizada hasta la ridiculez.
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