martes, 5 de enero de 2010

Till I'm screaming for more, more, more

Hoy nos juntamos con mis amigas, después de unos cuantos meses sin salida de chicas, a merendar y a seguir con nuestro álbum de recuerdos (Sí, tenemos entre 18 y 19 años, pero también tenemos muchos problemas). Llenamos una mesa de jugos de naranja, fotos, torta, lapiceras de colores y revistas para alimentar nuestros estómagos y nuestras almas infante-minita, y tijeras y servilletas en mano nos pusimos a trabajar.
Mi tarea (ya que no sirvo para dibujar, decorar ni nada que se le parezca y precise prolijidad) era recortar objetos interesantes de las revistas de target tan femenino que Lucía colecciona con tanto fervor y en las que invirtió un capital increíble, díficil de poner en números creíbles. Mientras recortaba con gran entusiasmo fotos de perfumes y frases características del doble cromosoma X, mis ojos se tropezaron con una nota que prometía develar secretos oscurísimos sobre cómo disfrutar más del sexo. Por supuesto, mi curiosidad y mi morbo me obligaron a leerla, que obviedad.
Sinceramente no podía creer el cúmulo de pavadas que estaba leyendo. Algunos consejos eran tan básicos que me daría vergüenza ajena si me entero que alguna mujer los desconocía, y otras eran simplemente estupideces poco factibles y tan rídiculas que no podía parar de reírme. Cuando pensé que ya me había burlado lo suficiente de las frígidas lectoras de la revista y era hora de dar vuelta la página, a mi derecha encuentro un cartel amarillo flúo con letras en fucsia llama mi atención (y, cómo para no hacerlo). El mismo era una cita de una supuesta mujer que contaba su experiencia, y decía más o menos esto:
"Finalmente mi marido encontró mi punto G, y fue increíble. No podía parar de gritar, y cantaba como Mariah Carey!".

Tengo que darle una conclusión a eso? No? Gracias.

No hay comentarios: