Muchas veces cuestiono a la fuerza azarosa que eligió mis genes y pregunto a gritos por qué no me llenaron de testosterona cuando era una mínima cigota. Las mujeres tienen la inefable capacidad de sacarme de quicio con su sola presencia y no logro comprender el 90% de sus acciones y, por el contrario, la compañía masculina me es tan placentera que no podría explicarlo sin adjudicarle un razonamiento químico, más allá de especulaciones de origen social.
Sin embargo, admito que soy injustificadamente misógina. Mi crianza a base de madre y dos hermanas demostró empíricamente que los tipos sólo me traen problemas, desde mi bipolar padre hasta mi ex novio violento, pasando por mi antigüo padrastro adicto y mis ausentes tíos. Siempre fuimos nosotras cuatro contra la adversidad en todas sus expresiones, y créanme, la desgraciada es camaleónica como ella sola.
Aún con PMS e histerias masivas, mi mayor soporte es puramente femenino. Mi familia son estas tres mujeres y nadie más, y que nadie se atreva a contradecirme. Sólo ellas entienden, porque pasaron y pasan por lo mismo. Ningún hombre podría osar a compartir ese lugar, lo tengo claro. Nadie más que mi mamá me obligó a comer después de mi rehabilitación, nadie más que mi hermana para ser la persona más importante en mi vida, nadie más que mi hermanita para sacarme una sonrisa de la nada misma. Nadie que se preocupe y ocupe de mí como ellas lo hacen. No conozco a nadie más fuerte y admirable que ellas, y no son mi ejemplo a seguir porque sé que jamás podré alcanzar ese nivel de fortaleza y perseverancia. Y si no me alcanza la existencia para agradecer o retribuir todo lo que debería, un día es insuficiente en demasía.
1 comentario:
aaaaaaw me dio muchisima ternura may♥
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